Eisenhorn Omnibus (Spanish Edition) by Dan Abnett

Eisenhorn Omnibus (Spanish Edition) by Dan Abnett

autor:Dan Abnett [Abnett, Dan]
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788445004357
editor: Minotauro
publicado: 2017-01-17T00:00:00+00:00


El megalito se alzaba a unos tres kilómetros de las defensas exteriores de Kasr Gesh. La noche estaba despejada y la atmósfera era cristalina, con el cielo tachonado de estrellas. El Ojo del Terror parpadeaba levemente en lo más alto del cielo. Parecía brillar más que nunca.

Yo sabía que, allá en lo alto, los destacamentos de la Guardia Interior de Cadia andaban a la caza de la nave estelar oculta desde donde habían partido los visitantes de Kasr Gesh. Neve había impartido sus órdenes antes de que saliéramos de su sanctum, y les había prohibido de forma tajante que actuaran antes de que nosotros hubiéramos entrado en acción en el suelo.

No queríamos que nuestros visitantes se enteraran de nuestra llegada.

Mi equipo avanzó por el páramo helado cubierto de brezo. El megalito no era más que una ausencia de estrellas negra y oblonga. Podía oír el gemido que provocaba en el viento.

Desenfundé mi arma principal: un bólter de asalto que había pintado de verde en recuerdo de mi apreciada arma que había perdido en algún lugar de Eechan. Ojalá el bibliotecario Brynoth pudiera perdonarme. El bólter de asalto era un poco más grande y desde luego más potente que la pistola bólter, pero no estaba tan bien montada.

Llevaba en la cadera una falcata de Cadia, una especie de sable curvo de doble filo que reemplazaba a mi querida espada de energía. Sólo era una pieza de acero, pero les había pedido a los jerarcas del Ministorum de Kasr Derth que efectuaran unas cuantas modificaciones.

Aun así, lo cierto es que me sentía bastante vulnerable mientras ascendía aquella pequeña loma.

Nayl iba a mi izquierda, empuñando un cañón de combate. Husmaan se encontraba a mi derecha, armado con su fiable rifle láser largo. A su derecha estaba Inshabel, que llevaba un puñado de pistolas láser de fabricación antigua que habían pertenecido al inquisidor Roban. Fischig, que había escogido armarse con una vieja escopeta antidisturbios propia de los arbites, se encontraba en el extremo izquierdo de la línea.

Bequin, que empuñaba una pistola automática de cañón largo en su mano enguantada, se encontraba justo a mi lado.

A nuestras espaldas, Neve y sus Kasrkin acechaban, a la espera de nuestra señal.

Aemos estaba a bordo de nuestro cúter artillado con Medea, en vuelo estacionario sobre el lugar con las luces apagadas. Ellos, más que Neve y su grupo de elite, eran los que me mantenían tranquilo.



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